No estoy solo. Hermanos me acompañan, y también nuestro maestro. El tema de hoy nos interesa porque nos parece vital para el desarrollo de todos nosotros. ¿Qué es soledad y qué es comunidad? Común unión. Vivimos todos los días reunidos con personas que consideramos iguales o no. La unión es física, de actividades, de propósitos, de pensar o sentir. Pero sabemos que muchas veces no es suficiente. Hay una unión más alta, más grande, más profunda en todos nosotros. Muchos la experimentamos cada tanto, es un glorioso instante, algo que nos pasa, que se va cuando pestañeamos, no podemos detenerlo y deseamos volver a sentirlo. A veces pasa en el contacto con la naturaleza, con seres que nos remueven en las profundidades de nosotros mismos. ¿Sólo yo lo sentí?
¿Por qué no nos pasa todos los días, todo el tiempo?
- Quizás porque estamos en estas experiencias, tan en lo material, ¿no?
Probablemente. Pero nosotros somos algo más que nuestras experiencias. Hay una identidad, un código genético energético, algo que nos define, una forma de vibrar en el espacio y el tiempo, que no es lo que hacemos todos los días. Es una definición profunda del padre/madre que nos creó. En la reconexión nos reencontramos con esa definición cada vez más. No es de hoy a mañana, es un largo trayecto, empinado de a ratos. En mi existencia a veces me doy cuenta de lo alejado que estoy de experiencias como las de ustedes, y cuando los veo hacer los razonamientos que hacen, como hoy y otras tantas veces, me doy cuenta de todo lo que me falta caminar. El simple hecho de estar ocupando ahora un cuerpo me acerca a una realidad concreta que siento he olvidado.
- Sí… es difícil ocupar un cuerpo.
Pero es también un gran camino. Hay que tener mucho coraje para asumirlo.
- Es como… algo muy limitado. Como una cárcel.
¿Qué sentido tiene la libertad sino se gana por mano propia? Quizás sea lamentable, pero lo cierto es que sólo aquel que sale de la cárcel y, dado que vivió su realidad, conoce el verdadero valor de su libertad. El concepto de la cárcel tiene un gran riesgo, y es el de usarlo de excusa para justificar todo aquello que no logramos. Cuando pienso en cárcel me imagino un edificio, gris, lleno de rejas… no es eso. Cárcel es uno mismo. No es algo externo, nadie nos encadena… sólo yo.
- ¿Qué pasa con la renuncia al libre albedrío?
¿Tú crees que deberías renunciar a tu libre albedrío?
- No, pero: ¿Por qué se maneja que la renuncia al libre albedrío es un acto de amor o de credo a Dios?
Personalmente no comparto ese concepto. Lo veo como una versión un poco propensa a la manipulación de la fe humana. El libre albedrío es inherente a todos ustedes, innato. La demostración a la Fuente no es paralela a la pérdida del libre albedrío. En realidad, el amor yace en la conjunción del libre albedrío de todos: el mío, el tuyo, el de ella, el de él. Cuando dejan de chocar las libertades y se vuelven la mirada conjunta hacia un mismo fin, eso es amor. Nunca somos más libres que cuando juntamos nuestras libertades con las de los demás. Yo solo, encerrado en mi casa, acurrucado en una esquina de mi cuarto… no soy libre. Soy libre cuando sé que puedo salir a la calle y nada me va a lastimar.
- ¿Qué pasa en los casos en que una persona planifica una vida en la que se pasa encerrada en su casa, sin animarse a salir a la calle?
Es el mismo concepto de la cárcel: A veces es necesario encerrarse para comprender el verdadero valor de la libertad. Probablemente ella, como muchos de ustedes y tantos otros, decidió experimentarlo en esta vida para valorar la capacidad de salir libremente a la calle. Pero, claro, sólo está en esa persona el verlo.
- Si yo quiero ayudar a esas personas, ¿cómo se hace?
Debemos tener en cuenta que, en el fondo de todos los asuntos, quien realmente soluciona una situación es uno mismo. Por eso el hablar de ayuda es un tanto relativo. Sí se puede facilitar a las personas la solución, pero en el fondo nadie ayuda a nadie. Sí puedes acompañarla, escucharla cuando te lo pida, hacer una especie de sostén moral, pero si buscas, si escarbas en esas profundidades, notarás que no podrás llegar tan lejos como quisieras. Como tu bondad quisiera.
- O sea que hay que respetar que ella se quiera quedar así…
En cierto sentido sí. A veces nuestro enorme deseo de ayudar se transforma, si una sola pizca de mala intención, en invasión al otro. Es muy difícil para quien contempla de afuera el ver cómo el otro se encierra, se hunde o se lastima a sí mismo. Porque parados desde aquí la solución es tan obvia…
Pero las realidades son individuales y son por algo. Hay luchas que ni siquiera pueden concretarse en una sola vida.
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