
Hace un tiempo hemos recibido mensajes de otras dimensiones, tanto de los maestros como de civilizaciones extraterrestres, acerca de los cambios planetarios y del salto vibracional. A lo largo de la historia de la humanidad también han existido mensajes como los de las profecías mayas, Nostradamus, la Biblia, e innumerables sensitivos o canalizadores de otras dimensiones.
Recibimos diferentes visiones, mensajes apocalípticos y otros un poco más esperanzadores, pero todos hablando de grandes cambios planetarios que se están dando y que colocan al año 2012 en el centro de estas profecías.
Todo apunta a un gran cambio de conciencia humana y planetaria. Casi todos los grupos dedicados al desarrollo de la espiritualidad, de una u otra forma, estamos abocados a acompañar estas transformaciones utilizando las herramientas que hemos desarrollado y que se nos ha legado desde otras dimensiones o que hemos acuñado a través de la historia.
Es relevante mencionar que de alguna manera, aun las concepciones más materialistas de transformación social, han pregonado la necesidad de mejorar el estado de las cosas sociales y de la civilización; y han ofrecido herramientas de pensamiento y acción para la transformación de la sociedad.
De igual forma sucede el acercamiento a las formas de pensamiento-acción de los pueblos originarios, entre las que se encuentran las culturas indígenas y negras, que en síntesis nos acerca al origen de nuestra existencia, ligándonos definitivamente a la naturaleza, a la Madre Tierra.
La penetración del Oriente en Occidente ha colaborado asimismo con la búsqueda de la esencia, de la reencarnación, de los saldos kármicos.
En definitiva, todo parece confluir en una intención común de crecimiento y evolución hacia formas más amorosas de convivencia, armonizadas con la diversidad humana y con toda existencia de vida planetaria y con todo el Cosmos y la Creación.
Ante toda esta realidad es ineludible exponer nuestro pensamiento, que también hemos acuñado a través de muchos años de incursionar en estas temáticas con diferentes grupos y diferentes sensitivos; pero por sobre todas las cosas a través de vida experimentada y vivida, tratando de caminar intencionalmente en los senderos de la Luz.
Nombro la Luz como el Amor incondicional y el encuentro definitivo con el Todo, con la Fuente de la creación de toda la existencia en los Universos.
En ese camino, hemos llegado a aceptar voluntariamente ser sujetos de nuestro propio crecimiento, experimentando con nosotros mismos y en nosotros mismos el sometimiento de la materialidad a la espiritualidad, a la superación de la dualidad, y al sentimiento del Amor incondicional.
Y entonces se han develado algunas de las dificultades que se encuentran en este planeta. Una de ellas es: Nos encontramos en un planeta de experimentación y estamos aquí para aprender de emociones, sentimientos densos y de accionar en su transformación a través de la apertura de la conciencia. En esa densidad y en la búsqueda del encuentro de lo que realmente somos nos hemos dado cuenta que las palabras nos separan y los hechos nos unen.
Porque el accionar transformador no admite discusiones, nos unimos cuando encendemos la luz interior que nos desborda y alcanza el compromiso con lo que nos rodea, que no admite fronteras, ni discusiones conceptuales.
Porque las cosas de Dios padre-madre son simples y sencillas, al igual que la vida, al igual que toda la existencia. Simplemente porque somos parte de la Fuente es que estamos aquí, encontrando la sabiduría de la simplicidad y el origen.
Increíblemente esto se convierte en el más difícil de los caminos, puesto que significa dejar atrás los obstáculos del miedo, la culpa, el consumo, las seguridades, los mecanismos de defensa, las diferencias de todo tipo que existen entre los seres humanos, la mente y la racionalidad (entre otra cantidad de cosas) para dejar paso a la sabiduría del amor incondicional.
Todos somos uno, a lo largo y ancho de este Planeta, y de todos los universos. Este hecho impresiona cuando lo sentimos, nos parece algo mágico y maravilloso: es que solamente estamos recordando lo que realmente somos. Así de fácil y a la vez complejo, puesto que algo que simplemente es un reencuentro necesita de una acción consciente para correr el velo de la alienación en que vivimos.
Y en esto consiste el salto vibracional y los cambios que estamos experimentando fuera de nuestra voluntad. Es que nuestras células y ADN solo están despertando, nuestro cerebro está cambiando junto con el planeta, nuestro cuerpo cambia al igual que nuestra mente y nuestras emociones. Parece que nada pudiéramos hacer, esto escapa a nosotros, simplemente estamos cambiando junto con el salto planetario. Sin embargo, mucho podemos hacer, porque podemos acompañar estos sucesos con conciencia de lo que nos está sucediendo, para que no sea tan fuerte el choque que provoca en nuestros cuerpos energéticos.
Algunas herramientas siguen siendo la relajación, la visualización y la meditación; pero sobre todas las cosas siguen siendo los sentimientos, lo que sentimos realmente; aprender a escuchar nuestro corazón. Más allá de las emociones superficiales existe el amor, del que no podemos escapar si sabemos oír los verdaderos sonidos de nuestro corazón, latiendo al unísono con todos los corazones, con la naturaleza y con la creación.
En realidad todos los maestros espirituales de la Luz, al igual que las civilizaciones de otros planetas, como los mensajes angélicos, coinciden en que el único cambio posible comienza en nosotros mismos.
Navegando a nuestro interior, despojándonos de las luchas entre la razón y los sentimientos densos y entre los egos de los que nos rodean; encontrándonos como seres espirituales en evolución y crecimiento. Es allí donde todos nos unimos, porque es ahí donde descubrimos que todos somos iguales, hermanos en la Fuente de la creación, de Dios padre-madre.
Al elevar nuestra vibración se devela la extraordinaria maravilla que es la hermandad y la unidad cósmica. Y es aquí donde las cosas ocurren: sucede que se expande la conciencia, encontrando que cualquier suceso planetario o humano, por más lejano que se encuentre geográficamente, nos sucede a todos y a cada uno. Así los árboles, la tierra, los animales, los continentes, los grupos humanos, las civilizaciones extraterrestres, los maestros espirituales, los ángeles, etc., todos, somos cada uno y ellos somos nosotros.
De esta forma cada acción lumínica que se realice impacta sobre todo el resto de la existencia. Puesto que lo que es arriba es abajo y lo que es adentro es afuera.
La sociedad de consumo ha generado un hecho impactante como es la impresionante fragmentación del ser humano, convirtiéndolo en un número o una ficha del gran damero de la aldea global. Este alejamiento del ser esencial genera un alto nivel de sufrimiento y lucha interior, que se agrega a las conflictivas internas que suelen suceder entre el querer y el deber, o entre la razón y los sentimientos. Es que sucede afuera y se objetiviza la lucha interna de la dualidad; el “ser o no ser” que alguna vez Shakespeare señaló. Simplemente se evidencia, se hace observable lo que permanentemente nos ha colocado en las situaciones más grandes del aprendizaje, de tal forma que “no ve solamente aquel que no quiere ver”.
El salto vibracional del planeta; el pasaje de este a una nueva dimensión, acarrea lo mismo en cada sujeto de vida dentro de él; deja en evidencia lo que permanecía oculto y seguro dentro de cada ego. Al exponerlo nos somete irremediablemente a vernos sin mecanismos defensivos. Es asi que descubrimos la concentración de poder, la esclavitud, la destrucción y sus diferentes formas de miserias humanas, los apegos materiales, el odio, la venganza, la culpa, el miedo, entre otros tantos obstáculos para el crecimiento individual y colectivo.
Pero por otro lado descubre la imperiosa necesidad de encontrar sanación para estos procesos. Como si una poderosa fuerza interior marcara caminos de superación y encuentro con la paz interna y externa; senderos de pacificación y armonía, encuentro humano más tierno y afectivo. Es que de tanto luchar, los guerreros necesitan de solaz esparcimiento, de un remanso pacificador y amoroso. Esto solamente se logra cuando descubrimos que en lo profundo, mas allá de los conflictos existe un lugar y un espacio lleno de plenitud y luz; es allí donde sucede el encuentro con el ser espiritual que realmente somos y que se realiza a través del aprendizaje de la realidad material como una herramienta para la evolución y en el intercambio con otros. Solo se reencuentra y valora la Luz cuando habiéndola perdido se vuelve a encontrar, pues como podemos saber que el amor incondicional es el camino más armonioso sino hemos atravesado a través de laberintos confusos y oscuros; cómo podemos saber de transmutar las energías negativas sino hemos comprobado que las positivas nos permiten avanzar más livianos de equipaje y en concordancia universal.
Estamos viviendo el momento más esperado, somos privilegiados por estar siendo parte de este cambio, aquí y ahora. Millones de seres a lo largo y ancho de los universos quisieran estar en este momento en este planeta; sin embargo solo unos pocos, los que hoy estamos encarnados, somos los que tenemos en nuestras manos la oportunidad consciente de la transformación y el encuentro humano. En esta búsqueda llegaremos a algún lugar, tomaremos una decisión; esta será entre seguir por el camino en el que estamos o corrernos hacia los senderos de la Luz, esta decisión es nuestra; he aquí la gran maravilla, he aquí la definición que es individual, y colectiva. Pues nadie crea que con el cambio interior basta, eso solo es el comienzo; porque la apertura de conciencia es humana; solo se lleva adelante con otros como nosotros y con todo el cosmos.
María Cristina Sanabia.
Misión Lumínica-Movimiento Tierra Luz.
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